El Exorcismo de Georgetown (2024).
“¡Líbranos, oh, Señor!”
De un actor y guionista sin obras destacables desde los años 80, llega su ópera prima como director, materializada en una cinta de terror sobrenatural tan mediocre como el resto de sus creaciones y participaciones.
Hablamos de la clásica película dentro de otra película, donde el protagonista principal es un actor en horas bajas y con problemas de adicción a drogas y alcohol que interpretará a un sacerdote exorcista.
"El Cuerpo es el recipiente del alma."
El "fofi-insano" Russell Crowe es el artista elegido para poner cara al citado cura. Con los sesenta años peor llevados de Hollywood (y eso que la filmación de esta película tuvo lugar en 2019), el neozelandés que hace más de dos décadas hiciera las delicias de los aficionados a los célebres peplum con la insuperable "Gladiator", llevará la voz cantante en un largometraje que a pesar de durar solo un hora y media, se nos hará largo...
En el reparto aparece Sam Worthington en el papel de uno de los actores de la cinta ficticia y un recuperado Adam Goldberg, como el director de dicha película y azote del personaje de Crowe. Goldberg coincidió con Russell Crowe en la premiada "Una Mente Maravillosa" (2001), aunque muchos lo recordarán en la impactante escena de lucha mortal a cuchillo en el tramo final de "Salvar al Soldado Ryan" (1998).
Filmado en Carolina del Norte hace nada menos que un lustro por diversos motivos, incluida la nefasta pandemia sobrevenida justo después de dicho rodaje, el filme nos aburre durante los primeros 60 minutos para después no sorprendernos con nada digno de mención. Una vez más, el director de fotografía apaga las luces para crear ambiente, mientras los espectadores tenemos que echar mano de la imaginación para entender lo que transcurre en las escenas de terror y así intentar asustarnos algo...
Raúl Cabral.
Puntuación personal: 5
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