El Clan de Hierro (2023).
“Nuestra grandeza se mide por nuestra respuesta a la adversidad.”
De la mano de un director, guionista y montador canadiense desconocido en nuestro país nos llega este drama deportivo basado en hechos reales y estrenado en EE.UU. a finales del pasado año.
La historia nos cuenta la vida y éxitos de la familia más famosa en la lucha libre estadounidense, conocida como el clan de los Von Erich, compuesta por casi media docena de varones dedicados, en su mayoría, a tan ingenuo espectáculo.
“Todos sabéis que Kevin es mi favorito, pero las posiciones siempre pueden cambiar.”
El patriarca, exluchador y entrenador de los citados hermanos luce los rasgos de Holt McCallany (no os lo perdáis en una de las más recientes de Guy Ritchie, “Despierta la Furia”). Este personaje será el ser motivador de sus vástagos, quienes se dirigían a él como “señor”. Un tejano firme, tradicional y temeroso de dios.
Los atractivos, aunque algo chaparros, Zac Efron y Jeremy Allen White (serie “Shameless”) dan vida a Kevin y Kerry, los principales hijos luchadores en este malogrado clan familiar. Dos actores que, rondando el metro setenta, interpretan a unos luchadores que superaban el 1,90. (Y es que, no todo el mundo puede pegarse un Tom Cruise en “Jack Reacher” y salir airoso...).
El biopic de nada menos que 130 minutos se hace largo a pesar de tratar sobre el wrestling americano; y es que ver a unos adultos pelearse de la manera más ridícula e infantil posible en un ring durante la década de los años 80 se me antoja poco menos que patético, más que entretenido. Y más, teniendo en cuenta los peinados que se llevaban en esos años (Efron y Allen White parecen de todo menos atractivos, a pesar de haberse ciclado a lo bestia para la ocasión).
Lo mejor: la ambientación y caracterización de la época.
Lo peor: que nos presenten a unos personajes que de tanto fingir, hasta ellos mismos se creían que luchaban, ganaban y perdían de verdad...
Raúl Cabral.
Puntuación personal: 6
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